domingo, 14 de julio de 2019

“La querella en Argentina demostrará que el franquismo no terminó cuando murió Franco”


Pamplona 78 : Asesinaron a Germán Rodríguez


Pamplona 1978, durante las fiestas de San Fermín la Policía disparó contra quienes reclamaban la libertad de los presos políticos. Asesinaron a Germán Rodríguez, su hermano estuvo en el país para presentarse en la Querella Argentina.

Rosa D'Alesio @rosaquiara

En las fiestas de San Fermín del 8 de julio de 1978, tras el despliegue de una pancarta en favor de la libertad de los presos políticos, la Policía disparó contra los manifestantes. Dejó miles de heridos y un estudiante muerto: Germán Rodríguez. Un día después se realizó una huelga general en distintas ciudades del Estado español en repudio a estos hechos, que aún no fueron juzgados en territorio español.

Fermín Rodríguez, hermano de Germán, junto a Amaia kawasc Velasco, integrante de la Asociación Sanfermines 78 gogoan, estuvieron en Buenos Aires para presentarse en la causa abierta en 2010, donde se investiga los crímenes cometidos durante el régimen franquista, ya que la Ley de Amnistía (1977) impide juzgar a los responsables en el Estado español.

La Querella Argentina fue impulsada por Carlos Slepoy, el abogado que habilitó que se juzgara a genocidas argentinos en el Estado español, cuando las leyes de impunidad, dictadas durante los gobiernos de Raúl Alfonsín y Carlos Menem, impedían que se realizarán en el país.

Te puede interesar: Querella argentina: el Estado español se niega a juzgar los crímenes del franquismo

Como abogado de los derechos humanos, Slepoy utilizó los resquicios de la justicia burguesa para juzgar a los genocidas. Bajo la legislación de justicia universal, pidió la extradición de los dictadores Rafael Videla y Augusto Pinochet, entre otros. Logró que en España se juzgara y condenara a cadena perpetua al capitán Adolfo Scilingo, y que se extraditara desde México al represor de la ESMA Ricardo Cavallo.

Años más tarde el abogado argentino les propuso a las víctimas del franquismo hacer el camino inverso. Carlos Slepoy inició en 2010 la Querella Argentina, por los crímenes de la dictadura española del general Francisco Franco (1939-1975) y los primeros años de la transición al gobierno constitucional.

En su viaje a la Argentina, Fermín y Amaia hablaron con La Izquierda Diario.

Integras una asociación que se presenta como querellante, contanos cuándo surgió

-Amaia: Integro la Asociación Sanfermines 78 gogoan, una palabra euskera (lengua del País Vasco) que significa en la memoria o en el recuerdo. Es una asociación que lleva trabajando estos casi 41 años, en la lucha por la verdad, justicia y reparación de la agresión más grande que ha tenido Pamplona desde la Guerra Civil del 36.

Fue el 8 de julio de 1978, en plenas fiestas de San Fermín, y las más importantes de Navarra. Después de la corrida de toros, que se celebra todos los días durante estas fiestas, unos mozos de peñas salen a la plaza y levantan una pancarta por la amnistía para unos presos. En ese momento, en la plaza entra la Policía Armada. Disparan fuego real, tirando botes de humo (gases lacrimógenos) y cargando contra toda la población que había en aquel momento. De hecho, en ese mismo momento son los primeros heridos de bala.

Eso fue un caos, porque la gente por los botes de humo no podía salir. El ataque policial también se traslada a las calles de Pamplona. El enfado de la gente, por una agresión policial tan grande hacia la población que está disfrutando de las fiestas, era como incomprensible.

En aquel momento empieza a haber más heridos de bala y entre ellos Germán Rodríguez. Lo asesinan con una bala en la cabeza, y al final acaban siendo 11 personas heridas de bala.

¿Hubo protesta contra esta represión, que terminó con la vida de Germán?

-Fermín: Esta agresión a Pamplona, en el corazón de las fiestas, hizo crear una solidaridad que no sólo fue en Euskal Herria (País Vasco NdR), sino que en diferentes pueblos hubo huelgas generales.

La gente salió a la calle condenando la agresión que había. Al día siguiente se convocó a una huelga. El 9 de julio ya había concentraciones y marchas en distintos puntos de Euskal Herria. De hecho Pamplona paró completamente, así como en distintas ciudades de Navarra. También en Madrid, Barcelona y diferentes puntos del Estado español se solidarizaron.

-Amaia: En esas marchas de solidaridad asesinaron a otro chico. El día 11 de julio matan a Joseba Barandiarán. Desde la Asociación decimos que no fue solo un asesinato en los sanfermines del 78, sino que fueron dos, aunque fueron en puntos distintos. Pero sí que es verdad que era en solidaridad con un pamplonés, con el asesinato de Germán.

En aquel momento se abrieron cinco sumarios judiciales que fueron sobreseídos todos. Abrieron cinco sumarios para que fuera más dificultosa la investigación. Ahí jugará un papel muy importante la Federación de las Peñas Sanfermineras, que también ha venido aquí como representante de la Querella Argentina.

Ellos crearon una comisión investigadora. Al día siguiente empezaron a recoger testimonios porque sabían que al ser un crimen de Estado, no iban a investigar. Primero formaron la comisión investigadora de la Ciudad, en la que estaban todas las peñas sanfermineras, el Ayuntamiento con todos los partidos políticos, y todas las centrales sindicales, asociaciones vecinales, asociaciones culturales y demás. Crearon una comisión muy grande pero luego, con el tiempo, sólo quedaron las peñas sanfermines que llevan la investigación.

En 1982 cierran las puertas a la investigación, y son 41 años de impunidad total. Uno de los responsables de estos crímenes es el ministro del Interior, Rodolfo Martín Villa, que será acusado aquí en la Querella Argentina, y que supuestamente vendrá a declarar. Villa fue Procurador en las Cortes franquistas entre 1964 y 1977, y tras la muerte del dictador, ministro del Interior (1976-1979).

-Fermín: La querella que abrimos aquí va a echar por tierra que el franquismo se terminó cuando muere Franco. Villa, al día siguiente del crimen de mi hermano dijo en la televisión española “el nuestro son errores, lo de ellos son crímenes”. Estaba hablando del crimen de Estado como errores.

¿Cómo se recuerda en Pamplona lo ocurrido en 1978?

-Fermín: Todos los 8 de julio hacemos un recordatorio a Germán, que además siempre es muy popular, y asiste mucha gente, incluso gente que no había nacido. Van porque los padres le transmiten la memoria.

-Amaia: Nosotros como asociación de sanfermines realizamos muchas actividades que son bastante bien acogidas. Consideramos que eso fue una herida importante en la ciudad, no se ha cerrado porque no hemos conseguido que los procesos judiciales se llevarán adelante. Siempre nos hemos encontrado con un muro que no ha habido forma de saltar, porque la justicia española siempre nos lo han impuesto.

-Fermín: Para que te hagas una idea, la plaza de toros tiene un aforo de 20.000 personas, muchas de ellas estaban dispuestas a declarar si les llamaba un fiscal o un juez. Ningún fiscal, ningún juez llamó a nadie. A nosotros como familiares de Germán jamás nos han llamado. Las pruebas que presentaban nuestros abogados, han sido denegadas sistemáticamente, entonces hasta el 1982 los procesos fueron pasando del Tribunal de justicia de Navarra a los tribunales Superiores de Madrid y acabó en el Tribunal Constitucional que sobreseyó los casos.

Para que te hagas una idea también, no solo de la impunidad sino del rol del Estado en el impedimento. Yo ni siquiera tengo acceso al sumario por la muerte de mi hermano, aunque la pida yo, o mis abogados. Se nos niega también todo tipo de información, documentación sobre aquellos días. Son documentación reservada o secreta. Y bueno, no sé, ya me imagino que te haces a una idea de cómo está las cosas allá, por eso hemos venido a Argentina.

Además de ser querellante en Argentina contra los crímenes del franquismo, también seguimos intentándolo en España. En Pamplona volvemos a poner una querella por los sucesos del 78.

-Amaia: Sobre la resistencia yo creo que hay un hito muy importante en la memoria de sanfermines 78. Hubo una lucha muy fuerte por la estela que se puso en memoria de Germán. En el lugar donde lo asesinaron, a las pocas semanas se coloca una estela como un lugar de memoria, es un monolito muy bonito. A los pocos meses lo rompen con una maza. La misma ciudadanía vuelve a poner otro y esa vez le ponen una bomba; luego se hace uno muchísimo más fuerte, que es la que aún está ahí. Pero en 2006, el gobierno de la derecha del Ayuntamiento, había decidió retirarlo por unas obras. Fue una lucha de años hasta que volvieron a poner la estela, es algo muy reciente. Intentan romper ese lugar de memoria que aglutina muchísima gente, incluso gente como yo que nacimos mucho después.

El monolito es parte de la memoria colectiva de la Ciudad, que yo creo que en Pamplona esta memoria está ganada. La lucha de la estela cogió mucha fuerza. Y en Euskal Herria, como también a nivel estatal, hay una ola que está viniendo y es muy fuerte por la demanda de verdad, justicia y reparación por los crímenes franquistas que está tomando ahora mismo muchísima fuerza.

En estos 41 años, todos los gobiernos constitucionales, no sólo sostienen las leyes de impunidad, sino que hablan a favor de la reconciliación. ¿Qué significa para ustedes la reconciliación?

-Fermín: Yo no quiero reconciliarme con nadie.

-Amaia: La reconciliación es algo muy subjetivo, muy personal. Creo que eso es un proceso de cada cual. En este caso estamos hablando de un crimen de Estado, entonces cuando el Estado se convierte en la máquina de violar derechos humanos, la reconciliación llega cuando no hay impunidad. 
El año pasado recibimos una denuncia por poner en unas pancartas “crimen de Estado”. La Policía abrió una investigación judicial denunciándonos por injurias al Estado.

¿Quieren añadir algo más?

-Fermín: Sí, que Germán era un hombre hecho palante. Murió con 23 años, era dirigente de la Liga Comunista Revolucionaria, un partido trotskista. Era un hombre muy inteligente muy tirado palante y que por eso lo mataron, porque estaba adelante, no estaba detrás. A los que estaban detrás no los dispararon.

sábado, 4 de mayo de 2019

El perdón universal es imposible porque el genocidio es imperdonable


(…) Considerad si es un hombre
Quien trabaja en el fango
Quien no conoce la paz
Quien lucha por la mitad de un pan
Quien muere por un sí o un no.
Considerad si es una mujer
Quien no tiene cabellos ni nombre
Ni fuerzas para recordarlo
Vacía la mirada y frío el regazo
Como una rama invernal
Pensad que esto ha sucedido (…)
Poema de Primo Levy
Otra vez coinciden temas con acentos distintos pero con similar contenido.
Recientemente se realizó en la ciudad de Madrid, un itinerario de memoria y al igual que en miles ciudades de Europa, se colocaron piedras que interpelan y rompen el olvido: las Stolpersteine, (*) palabra alemana que designa una piedra en el camino que puede hacer tropezar al caminante, un adoquín que se instala frente a las que fueron las viviendas de las víctimas de los campos de concentración nazis.
Estas piedras que reclaman y desmontan el olvido se han sembrado en 24 países del mundo; alrededor de 73.000 de estas piezas evocan a las víctimas del nazismo, del fascismo y ahora también del franquismo.
Alrededor de 9.300 españoles estuvieron presos en los campos de concentración nazis, y más de 7.000 fueron asesinados en ellos.
La instalación de las stolpersteine fue llevada a cabo por familiares y asociaciones memorialistas. En algunos  casos se ha solicitado la autorización municipal, y en otros tantos la memoria no ha esperado permisos para establecer el espacio a quienes el franquismo persiguió, encarceló, deportó, asesinó….
Mientras se plantaban los adoquines de 10cm x 10cm con los nombres de los inolvidables, en Zaragoza el día 2 de mayo, el Partido Popular realizó una proposición que fue secundada por el PSOE y Ciudadanos, instando al Ayuntamiento de esa ciudad que se revoquen los acuerdos adoptados con el Gobierno de la ciudad de Zaragoza, de cambiar la denominación de calles con nombres de franquistas. Esta demostración de la no aplicación de la Ley de la Memoria Histórica, da pistas claras de la consideración de los partidos mencionados a las víctimas del genocidio español.
En la otra orilla del océano, se dieron pasos en la lucha por la justicia, enjuiciando a genocidas, recuperando 129 identidades que les fueron arrebatadas durante la dictadura, a menores secuestrados o nacidos en cautiverio, y donde ahora está radicada la querella argentina por los crímenes del franquismo amparada en la justicia universal, como en 1996 se hicieran en Madrid, juicios contra represores argentinos que estaban protegidos por leyes de impunidad.
Quedan temas pendientes, muchos se entrecruzan, otros se refuerzan… por esto de las diferencias que nos igualan. Por una parte en ambas orillas, persiste el debate sobre genocidio, en lo jurídico por incapacidad de los códigos penales que no recogen condenas, y en lo político, en la ceguera moral de que nadie puede perdonar por lo sufrido por otra persona, el perdón universal es imposible porque el genocidio es imperdonable. Como lo es para muchas de las víctimas y familiares de las víctimas, el uso de los edificios de lo que fueran centros clandestinos de detención y exterminio, parte del mismo manejo y banalización del sufrimiento instrumentado partidariamente.
Y en este devenir del encuentro están por un lado, los que hacen bloque para frenar una ley reparatoria como lo es en España la de Memoria histórica, y los que  la utilizaron en campaña electoral y que una vez en las instituciones pronto reforzaron a los herederos del franquismo. Y,  por otro, en Argentina, desde instancias judiciales se someten a las directivas negacionistas del gobierno de Macri, concediendo libertades a genocidas enjuiciados y  condenados.
En ambas situaciones es la impunidad la que se instituye.
Pero en ambos lados resuena el poema de Primo Levy, porque se sabe que ambos genocidios sucedieron y porque aún queda que la justicia repare a cada unx de las víctimas condenando a todos y cada uno de los verdugos y cómplices.

Andrea Benites-Dumont.
Mayo 4, 2018.

__._,_.___
(*) Se trata del proyecto del artista alemán Gunter Demmig, de poner las  stolpersteine  en todos los países que han sufrido los ataques del nazismo,  y España es un caso muy concreto